Evaluación formativa: conductores, aprendices y rutas bien señaladas
Resumen
En los últimos días, y a raíz de los cambios
en las calificaciones de los alumnos del nivel primario propuestos por los expertos en
evaluación de la provincia de Buenos Aires,
recordé un viejo axioma acuñado en evaluación, que sostiene que lo que no se evalúa,
no se hizo nunca. Nadie podría valorar a un
instructor de manejo que, sentado silencioso
junto a nosotros, mientras intentamos poner
primera, o pasar un camión, o calcular bien
el tiempo de frenado, nos pusiera caras de
reprobación o nos entregara una hoja con 1,
2, 9 o Aprobado, Satisfactorio, A, etc. como
toda respuesta a nuestro esfuerzo por dominar al monstruo con ruedas.
Aunque pueda parecer simplista, esta comparación es útil para advertir que no hay
forma de aprender algo sin la ayuda de un
experto que guíe ese aprendizaje, lo acompañe en sus sucesivos momentos, informe
al novato cómo va la cosa, señale flojeras,
confusiones, brinde palmadas en la espalda, se ponga firme y diga con voz clara
cómo puede mejorarlas, en síntesis, cómo
puede llegar a ser un buen conductor.